Prácticamente todas las estadísticas demográficas del mundo apuntan
hacia un envejecimiento de la población. Quizá, excepto en países con economías
gravemente deprimidas o en conflictos armados reiterados o permanentes, cada
vez más personas viven más tiempo. Este aumento más o menos generalizado de la
expectativa de vida suele asociarse con mejores condiciones sanitarias, mayor
acceso a servicios de salud, mejoría en la nutrición de la población y una
razonable estabilidad social entre muchos otros factores.
Cuando
se observa el funcionamiento humano del individuo que llega a esa edad eufemísticamente
llamada tercera o en plenitud se advierten cambios que mas bien apuntan hacia
un deterioro, gradual en el mejor de los casos y precipitado en los peores.
Por
ello, es conveniente realizar Programas de Estimulación
Cognitiva, con el objetivo de mantener activos mentalmente a nuestros mayores y
postergar el deterioro cognitivo.
El objetivo de las terapias no
farmacológicas es claro: mejorar la calidad
de vida, promover la autonomía, detener el
deterioro cognitivo en las enfermedades
neurodegenerativas, e incluso, mejorar dicho
rendimiento en el daño cerebral adquirido, en el deterioro cognoscitivo leve y
en las demencias reversibles. Los programas de estimulación cognitiva tienen
como propósito mantener el rendimiento cognitivo en pacientes aquejados
de enfermedades neurodegenerativas, como puede ser el mal de Alzheimer o las
demencias de origen vascular. Potencia las capacidades aún no dañadas por la
enfermedad y enlentece el avance del deterioro en las
otras áreas cognitivas que ya se han visto
afectadas. Sin embargo, los programas de estimulación también han demostrado su
eficacia en la prevención con grupos de personas mayores sanas que
presentan quejas de memoria asociadas al envejecimiento normal o con un deterioro
cognoscitivo leve.
*Imagen: Película "Arrugas"
630319631(Madrid)
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